Éramos como niños jugando,
Éramos brujos, contemplando lo desconocido,
Cada pensamiento, cada sonido tocaba el hilo que nos envolvía,
una isla donde la realidad se cambiaba,
más honda que piel y materia,
la comunicación se hacía distinta.
Miedo y alegría se mezclaban,
imaginación, infancia, desiertos,
un huracán que subía por los cuerpos
en olas azules, rojas, amarillas.
Sosteníamos el hilo con delicadeza,
hilo de pensamientos,
sensaciones y sentidos.